Los equipos autoguiados pueden tomar las mejores decisiones a largo plazo para tu compañía

Actualmente estoy leyendo Prepared: What Kids Need for a Fulfilled Life de Diane Tavenner. Ella fundó una organización sin fines de lucro que sirve a varias escuelas intermedias y secundarias en los Estados Unidos utilizando un modelo educativo muy original. Una de las habilidades que inculcan a sus alumnos es la autodirección, lo que me hizo pensar en Celaque, mi compañía, y nuestros equipos. La autodirección es la capacidad de guiarse de forma autónoma hacia tus metas. En lugar de necesitar que otros te presionen, buscas recursos externos que te ayuden en tu trayecto.

¿Cómo podemos crear una cultura similar en nuestra compañía? Empecé a pensar en el paralelismo entre el sistema escolar que creó Tavenner y una compañía. ¿Por qué debemos dejar de aprender después de graduarnos? El mundo requiere que sigamos creciendo y evolucionando y, en última instancia, tal vez haya mejores formas de aprender. Además, ¿no sería fantástico si nuestros lugares de trabajo nos apoyaran en ese camino?

Entonces, pensé en la autodirección y en cómo podemos aplicar eso a nuestros equipos y compañías. Queremos líderes que tomen una situación y creen nuevas direcciones a partir de ella. Queremos personas que guíen sus días y tomen los asuntos en sus propias manos. Estos son algunos pensamientos iniciales sobre cómo podemos incorporar esto dentro de nuestras compañías.

Contrata a las personas correctas

Como de costumbre, comienza con la contratación de líderes, personas emprendedoras que no esperan una validación o apoyo externo. Lo ideal será personas que ya tengan experiencia guiando sus proyectos y avanzando con el trabajo por su cuenta, lo que traerá esa habilidad a tu compañía.

Busca eso en las entrevistas:

• ¿Tienen pasión por algún pasatiempo?
• ¿Han aprendido algo por su cuenta recientemente?
• ¿Han superado obstáculos en su carrera?
• ¿Han guiado su carrera? ¿O solo han seguido consejos externos?

Trae ese espíritu a la compañía

A medida que una compañía crece, también debe institucionalizarse más para reducir el riesgo. Sin embargo, si una organización se vuelve demasiado rígida, puede volverse obsoleta y quebrarse fácilmente. La autodirección en tus equipos le dará un equilibrio a esta fuerza opuesta del orden. Debes crear espacio para el crecimiento y la innovación, lo que solo sucederá cuando las personas guíen sus caminos a medida que avanzan.

Para ser autodirigidas, las personas necesitan espacio para experimentar, así que crea estructuras que empoderen a otros para tomar decisiones. Trata de eliminar la supervisión excesiva en tu organización.

La práctica hace la excelencia

Como perfeccionista en recuperación, les enseño a mis hijas que la práctica hace a una persona excelente, no perfecta. Nadie nace sabiendo todo, debemos practicar para mejorar y las personas necesitan el espacio y la oportunidad para hacerlo. Dales proyectos a las personas y bríndales las herramientas que les permitirán llevarlos a cabo. Así como debes dejar que lo hagan, también debes darles espacio para fallar y aprender.

Por supuesto, crea mecanismos de protección. No les des a las personas proyectos que sean tan grandes que hagan que el fracaso sea prácticamente inevitable. Es fácil encontrar formas de ayudar a otros a crecer y evolucionar y, a medida que practiquen una mayor autonomía, aprenderán a tomar decisiones.

Cuando era pequeña, me decían cómo vestirme y qué ponerme en todas partes. Recuerdo que tenía veintitantos años y deseaba que alguien estuviera allí para darme su opinión sobre mi ropa y luego me sentía absurda por esperar una opinión como adulta. Entonces me di cuenta que los niños podían empezar a tomar decisiones desde pequeños. Por eso, permito que mis hijas usen lo que quieran, incluso si no me gusta. Lo mismo ocurre con cualquier otra cosa: lecciones extracurriculares, libros, actividades, etc. A medida que crecen, adquieren más experiencia con la práctica de elegir, algo que yo no tenía.

Tuve que aprender rápido y de la manera más difícil, pero aprendí. Y cuanto más me exponía a nuevos proyectos en el trabajo, más crecía. Lo mismo puede aplicarse a nuestras compañías y a nuestros equipos. Incluso si tenemos personas que no han tenido práctica en la toma de decisiones, podemos enseñarles y ellos también crecerán.