Lo he visto una y otra vez: personas con muchos años de experiencia en un área específica deciden un día que ahora quieren hacer algo completamente diferente, dejando atrás lo que han construido. Por supuesto, todo lo que hemos aprendido en la vida es útil, pero siento que hay algo más profundo cuando la gente toma estas decisiones. Sospecho que no siempre valoramos lo que tenemos o lo que hemos conseguido con el paso del tiempo. Olvidamos que lo que hemos aprendido en el camino es valioso y todos esos años de experiencia importan.
Entiendo el impulso de querer hacer algo nuevo, especialmente si no estás feliz o siempre has querido probar algo diferente. A veces queremos arriesgarnos y hacer algo que nunca hemos hecho antes, pero también creo que es importante no tirar lo bueno junto con lo malo.
No se trata solo del conocimiento. Si, con el tiempo aprendes a hacer un trabajo técnicamente bien. Pero también aprendes lo intangible: creas relaciones, aprendes el secreto de cómo funcionan los equipos y aprendes las culturas de la compañía. Se necesita mucho tiempo para comprender todas estas ideas valiosas.
Cuando comencé en el sector inmobiliario, el lenguaje que usaba la gente era completamente ajeno a mí. Era casi como aprender francés o alemán: escuchaba a la gente sin entender lo que decían. Al igual que con una lengua extranjera, parecía que hablaban demasiado rápido. Hacía un millón de preguntas, tratando de entender lo que estaba sucediendo.
Poco a poco iba experimentando, probando los nuevos conceptos, sobre todo en ventas, donde estaba trabajando. A medida que implementé lo que había absorbido, aprendí. Y luego me aventuré más y más, probando nuevos terrenos, desde la implementación de un nuevo sistema hasta la mejora del diseño de nuestros edificios. Cuanto más trabajaba, más aprendía.
Recuerdo lo mucho que he aprendido cuando me siento a capacitar a personas, incluso a personas que han estado con nosotros durante años. Al mismo tiempo, esa realidad no es cierta solo para mí. Todos tenemos un conjunto de conocimientos que hemos trabajado para adquirir: el tiempo que hemos dedicado a nuestra carrera y nuestras experiencias únicas no tienen precio.
Somos como un pez en el agua que no sabe qué es el agua; estamos tan cerca de ella que ni siquiera podemos comprender cuánto sabemos y tendemos a subestimarlo. Lo sé porque hago esto todo el tiempo. Lo que sabes es un regalo: protégelo y compártelo con los demás. Y si decides hacer algo diferente después de eso, adelante, pero no olvides lo que ya tienes.