Debido al ajetreo diario de la vida, es muy fácil olvidar el “por qué” a medida que tratamos con personas y eventos, muchos de los cuales no siempre están bajo nuestro control. Suele sentirse como si estuviéramos pasando de un problema a otro sin descanso, y con frecuencia podemos perdernos en el ritmo acelerado de nuestras vidas y olvidar nuestro “por qué”. Entraste en tu trabajo o creaste tu compañía por una razón. ¿Por qué? Recuérdalo. Puede tomarte un tiempo recordarlo, pero ¿cuál fue el pensamiento original que te llevó por el camino en el que te encuentras ahora?
Acabo de tener uno de esos momentos. Este año, empecé una Organización No Gubernamental (ONG): Liquidámbar. Su propósito es apoyar el desarrollo de Honduras a través de la educación, el medio ambiente y la cultura. Tuvimos un concurso de fotografía en apoyo a la cultura hondureña. Poner en marcha la ONG no ha sido tan fácil como me hubiera gustado, y me he trabado en los detalles.
Hoy recibí un mensaje con las fotografías ganadoras y me han dejado boquiabierta. Están más que increíbles. Y luego recordé, de repente, por qué estoy haciendo lo que estoy haciendo. Estoy haciendo todo esto para mostrar el trabajo de nuestras y nuestros artistas, para darles un foro para mostrar quiénes son y de qué son capaces y, por extensión, de qué también somos capaces nosotros, como país. Me siento muy orgullosa en este momento.
Muy a menudo, simplemente hacemos y hacemos y hacemos y olvidamos el por qué. Es posible que hayamos creado nuestras compañías para crear empleo o para brindar un servicio que puede marcar la diferencia para alguien, pero podemos alejarnos tanto del propósito original que es fácil olvidarlo.
¿Cómo podemos permanecer cerca del por qué?
Creo que lo primero es acercarse al problema que estamos resolviendo hablando con aquellas personas a quienes servimos o recordar las soluciones que estamos creando. Ver cómo nuestras creaciones están impactando a aquellos a quienes están destinadas es una forma de acercarse al por qué de manera consistente. También podemos hablar con quienes colaboran con nosotros y preguntarles cómo les impacta nuestro trabajo. Escuchar y comunicarse es una excelente manera de estar cerca de nuestro “por qué”.
Otra forma es recordar un momento que nos ilumine ese por qué. Una de las principales inspiraciones de este blog es “visitar” a la persona que fui hace unos años cuando iniciaba mi vida como emprendedora. Me sentía tan perdida y abrumada que pensé: “Si tan solo pudiera compartir lo que he aprendido a través de prueba y error con otros, podría evitarles parte de la dificultad por la que pasé”.
A veces, inevitablemente olvidaremos el por qué. Y eso está bien por un tiempo. A veces, la vida nos inunda de trabajo e información, y apenas podemos mantener la cabeza afuera del agua. Una vez trabajé con una entrenadora que, en su contrato, aplicó el concepto de gracia.
Explicó que suceden eventos inesperados, y debemos tratar con bondad a los otros en esos momentos. Trátate con gracia a ti mismo cuando olvides el por qué y sigue adelante.
Inesperadamente, llegarán ciertos momentos en los que recordarás, y entonces, mira la grandeza de tu visión.