Tener metas es esencial para el crecimiento. Sin un mapa claro, las probabilidades de llegar a nuestro destino disminuyen considerablemente. Por otro lado, con planeación y perseverancia las metas nos pueden hacer llegar a lugares previamente no imaginados. Son la única forma de llegar a estos nuevos lugares.
Las metas pueden variar inmensamente dependiendo de la persona y su etapa en la vida. A veces una meta puede ser tan simple como completar un evento de vida, como un embarazo, de la forma más saludable posible. En otras ocasiones, tu fin puede ser terminar con éxito un gran proyecto, como la implementación de un sistema que abarque a toda la compañía. Los objetivos pueden cambiar significativamente año tras año.
Lo importante es apuntar alto y trabajar con diligencia. Las metas te guiarán.
Cómo ponerse objetivos
Te recomiendo sentarte a escribir tus metas para el año siguiente en diciembre. Hacerlo así te puede dar suficiente espacio para hacer revisiones y empezar de inmediato en enero.
Sin embargo, antes de ponerte objetivos para el año que viene, es importante cerrar el ciclo del año en curso, lo que significa evaluar lo que se ha logrado y lo que no. Si te pusiste metas para el año que termina, revísalas y escribe los resultados. Si este es el primer año en el que te vas a poner metas, reflexiona en las cosas que querías conseguir en el año anterior y en el lugar que te encuentras ahora. Medita sobre las cosas que aprendiste y en lo que todavía puedes mejorar para el futuro. Después, deja atrás todo lo que no lograste para que tu planeación para el siguiente año empiece en una hoja en blanco.
El siguiente paso es obtener inspiración y pensar en lo que puedes lograr en el año que viene. Puede que incluyas o no las metas no completadas en la planificación del nuevo año, y esto dependerá de si son parte de tu nueva misión. Visualiza en dónde quieres estar al finalizar el año. ¿Qué es lo que quieres haber logrado para ese momento?
Cuando tengas una idea general de lo que quieres alcanzar, siéntate a escribir:
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Divide las metas en categorías para asegurarte de que tus inspiraciones incluyan todas las partes de tu vida. Algunos ejemplos de clasificaciones son personal, profesional y comunitario.
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Las metas deben ser tanto alcanzables como ambiciosas. Si son muy sencillas, no serán un desafío. Si son completamente imposibles, entonces te desanimarás y tal vez no hagas nada.
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También deben ser medibles. Las metas deben tener un alcance y un período de tiempo. Mientras más precisas sean, más fácil será evaluar si lograste tu fin. Por ejemplo, si uno de tus objetivos es tomar un curso de fotografía, puedes poner fechas límite para ello. También es útil incluir los resultados que deseas obtener después del curso, como tomar las fotografías en la fiesta de cumpleaños de tu sobrina.
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Establece las metas para el año. Un año puede pasar en un abrir y cerrar de ojos, pero sigue siendo una buena cantidad de tiempo para lograr mucho.
Dale seguimiento
Las metas están compuestas de muchas acciones pequeñas que eventualmente te llevan al resultado deseado. Analiza las metas del año de adelante hacia atrás para poder dividirlas en partes; por ejemplo, trimestrales y mensuales. Los objetivos como completar un proyecto nuevo no se podrán lograr sin un plan y deben incluir hitos que te lleven a la meta final. Después planea los detalles: ¿qué pasos debes dar para alcanzar esos hitos?
Te recomiendo escribir las metas del año en un documento que pueda editarse con facilidad y regularidad. Después escribe el plan para el primer trimestre en el mismo documento, y entonces añade otros trimestres si aplica. Cuando el plan esté listo, debe formar parte de tu vida diaria; si no es así, no lo conseguirás.
Recordar trabajar en tu meta y colocarla en tu agenda es la parte difícil: para darle seguimiento y pensar en lo que debes hacer, te recomiendo colocar recordatorios mediante una aplicación que te indique en qué debes estar trabajando. Puedes usar aplicaciones tales como Trello, Asana, y Wrike como apoyo.
Medición
Lo mejor es medir el progreso en períodos planeados con anticipación, y mi preferencia es hacerlo cada tres meses. Al final del primer trimestre, mira el documento con el plan de ese período para ver qué completaste y qué no. Además, evalúa tu avance en la meta en general; deja atrás todo lo que no se consiguió y enfócate en el siguiente trimestre. Escribe tu plan para el siguiente período y activa los recordatorios necesarios para que las acciones que debas tomar durante este tiempo no queden olvidadas.
Ahora, sigue el mismo proceso para evaluar el progreso, planeando para el siguiente período y dando un seguimiento exhaustivo en cada uno de los trimestres del año. No hay nada de malo en fracasar; si tus metas no hubieran sido lo suficientemente ambiciosas, no hubieras fallado. Solo sigue adelante, y siempre tendrás la oportunidad de volver a intentarlo.
Al final del año, evalúa el año completo. Revisa cada una de tus metas e identifica el progreso alcanzado, ya que probablemente lograste más de lo que habías pensado. Cuando termines con tu análisis, ¡es hora de celebrar! Lo que conseguiste no habría sido posible sin estos objetivos y el plan que seguiste. Te lo mereces.